No por casualidad tenemos UNA espina dorsal, 2 manos con 5 dedos, 4 extremidades o 9 aberturas en el cuerpo. Si tuviésemos 5 ojos, 2 narices o 3 columnas vertebrales, la experiencia que tendríamos del mundo sería totalmente distinta. Existe, por tanto, “algo” intrínseco al número que determina la cualidad de cómo vivimos o percibimos nuestra existencia
Tenemos una espina dorsal. Uno es Ek, el primer cuerpo espiritual, el alma. Nuestra columna es el camino que nuestro alma recorre. Es el eje vertical que conecta nuestro misterioso origen (1) con nuestro desconocido destino al otro lado de la orilla (9).
Aunque el camino de nuestro alma es vertical, nuestro cuerpo se enreda en un mundo horizontal sujeto a las leyes de espacio (3) y tiempo (2). Yogui Bhajan dijo “No podemos cambiar el tiempo pero sí podemos cambiar la forma que le damos al tiempo”. Nuestra forma es el vehículo con el que viajamos en este mundo horizontal. Nos sorprendería hasta qué punto la forma que nuestro cuerpo adquiere a través del tiempo es influenciada por cómo afrontamos la vida. Es una lucha en un mundo de dualidad donde nadamos en un infinito océano de tensiones físicas mentales y emocionales a las que llamamos “problemas”.
“El cuerpo es el templo del alma” y todo él es sostenido por un pilar central que da soporte a toda su estructura. Cuando esta columna se eleva bien recta conecta cielo y tierra. Nuestra individualidad (1) queda perfectamente alineada con el universo en su dimensión más sutil (9).
Sin embargo no todo queda ahí, una columna recta no es sinónimo de rígida. La columna que se mantiene erguida sólo por la fortaleza de los músculos también está dando soporte a nuestro “fantasma”. Es la forma kármica en la que nos hemos convertido por nuestras acciones en la vida.
Estas formas kármicas, deseos y deudas, se fosilizan en cada una de nuestras vértebras. Podemos incluso leer en ellas cada una de las cargas que arrastramos según la forma y la rigidez con la que nuestra espalda se mueve, al andar, en hábitos posturales o en cualquier actividad que realicemos.
Aquí es cuando kundalini yoga y karam kriya numerología ofrecen una aportación invaluable en su tecnología y enseñanzas. Nos advierte que a través de la lucha “en contra de” en realidad reforzamos exactamente aquello contra lo que luchamos. Nuestro desconocido enemigo sólo existe a través de la batalla que hemos preparado en su contra.
Estamos luchando contra fantasmas del pasado o proyecciones mentales de un futuro imaginario y la rigidez de nuestra espina sigue solidificándose aún más. Nos mantiene en la batalla pero no es capaz de llevarnos más allá de sus límites. Quedamos atrapados en sus estrechas fronteras entre los aspectos duales femenino y masculino de nuestro ser, la mente y el corazón, lo racional y lo emocional… En definitiva, ida y pingala no pueden encontrar el camino de ascenso a los centros elevados de conciencia y el templo se empieza a quejar.
Trascender la batalla significa que nuestra columna esté no sólo recta sino que también sea flexible. Flexible para adaptarse a cualquier situación de cambio, para poder doblarnos sin rompernos. Para postrarnos con humildad hasta el suelo de forma que al levantarnos lo hagamos “sin cabeza”, habiendo dejado ego y todo pensamiento limitador atrás.
La batalla de los opuestos ocurre a cada segundo, en cada respiración, y sucede en el centro de tu propio cuerpo físico: el quinto cuerpo espiritual. 5 es el número del cambio y transformación. Se halla siempre en el centro, en medio de las polaridades, entre los números altos y bajos 1234 (5) 6789; en medio de cada eje de conciencia 159, 258, 357, 456.
Si pudiésemos sostener ese espacio en el centro mismo de los opuestos, estables como en el epicentro del huracán, inmóviles como roca en la tempestad, entonces la transformación sucedería.
¿Cómo puede entonces haber lucha? Llegue lo que llegue a nuestro encuentro es transformado con tan sólo nuestra presencia. Transformado a nivel molecular, subatómico, manifestando su verdadera esencia: Sat Nam.
Ahora nuestra espina dorsal sí nos conecta con nuestro yo más elevado. Al igual que la serpiente sinuosa y flexible se eleva perfectamente erguida al son de la flauta, la serpiente kundalini se alza en su despertar a través de las 26 flexibles y firmes vértebras. Seguimos en medio de la batalla, pero ya no hay queja. El único sonido que se escucha es la vibración radiante del universo entero en un estallido constante de luz y conciencia, en un mismo latir en pleno centro de tu ser.
Redacción: Seva Kaur Khalsa - España
Muy bonito y muy bien redactado, hasta yo lo entiendo y no tengo ni idea de esta faceta del conocimiento.
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